El sistema endocrino humano produce hormonas que ayudan a regular el funcionamiento del organismo, que incluye el metabolismo, el crecimiento, el desarrollo, la función de los tejidos, la función sexual, la reproducción, el sueño y el estado de ánimo. El sistema endocrino, compuesto de la hipófisis, tiroides, paratiroides y las glándulas suprarrenales, así como el páncreas, los ovarios (en las mujeres) y los testículos (en los hombres), está activo prácticamente todo el tiempo. Nuestros organismos cuentan con las hormonas para llevar adelante muchas funciones diarias, además del crecimiento constante y los cambios del desarrollo a lo largo de nuestras vidas.
Dada la importancia de la actividad endocrina para la salud general, es comprensible que las personas se preocupen por algunos artículos en las redes sociales más populares que aseguran que la exposición a algunas sustancias químicas puede provocar efectos duraderos sobre la salud del sistema endocrino del organismo.
Los términos “interruptor endocrino” o “sustancia química de interrupción hormonal” se usan de manera indebida, y los científicos los consideran inapropiados, ya que se ha demostrado que muchas sustancias interactúan con el sistema endocrino sin causar un efecto adverso sobre la salud. Muchas cosas con las que entramos en contacto, como la luz solar, o sustancias comunes, como la cafeína, pueden “activar” el sistema endocrino. Algunas de estas interacciones son inofensivas. Otras son útiles, como cuando la exposición a la luz solar hace que nuestro cuerpo produzca vitamina D.
¿Qué es un interruptor endocrino?
Para que una sustancia química sea un “interruptor endocrino”, debe afectar el sistema endocrino de una manera que cause un efecto negativo sobre la salud. Es importante distinguir la actividad endocrina disruptiva o dañina de la actividad endocrina que es neutral o incluso esencial para nuestro bienestar.
No todas las sustancias químicas que interactúan con el sistema endocrino representan un riesgo de daño; en muchos casos, el organismo se adapta de forma natural y no hay efectos sobre la salud. Por ejemplo, cuando bebemos un café con leche de soja o comemos edamame, nuestros niveles de estrógeno se elevarán ligeramente y luego volverán a la normalidad después de un período breve. El hecho de que una sustancia tenga actividad endocrina no significa que sea un interruptor endocrino.
Entonces, ¿cómo podemos ver más allá de los titulares y entender lo que nos dice la ciencia? Algunas sustancias químicas, tanto naturales como artificiales, pueden y deben interactuar con el sistema endocrino. Existe una gran confusión en cuanto a si esta interacción es perjudicial en sí misma o si la actividad endocrina podría causar daños si la exposición está por encima de determinados niveles o frecuencias.
Los dos artículos a la derecha exploran 1) la ciencia de cómo nuestros cuerpos están expuestos y metabolizan las sustancias, así como 2) los desarrollos de políticas públicas, es decir, cómo los entes reguladores gubernamentales estudian y analizan las sustancias para comprender si pueden ser activadores o interruptores endocrinos.
El objetivo es permitir que los reguladores usen la ciencia para evaluar razonablemente el riesgo en la vida real; la posibilidad de daños derivados de una exposición particular a una sustancia química determinada, en condiciones reales. Al hacerlo, los científicos pueden ayudar a brindar recomendaciones informadas y confiables a los encargados de tomar decisiones regulatorias sobre cómo los ingredientes químicos pueden usarse de manera segura como parte de los productos y materiales en nuestra vida cotidiana.
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