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Las listas son una de las herramientas más simples y más ampliamente utilizadas hoy en día: hacemos listas de tareas para los quehaceres del hogar y listas de víveres antes de ir al supermercado.

Internet, y especialmente las revistas de salud, están llenas de listas de lo que parecen ser recomendaciones de expertos sobre productos o actividades que las personas deberían usar o evitar, como “Los 10 mejores superalimentos para la salud cardiovascular”, o, en el sentido opuesto, “Cinco actividades nocturnas que provocan insomnio”.

Pero el simple hecho de que una lista parezca venir de una fuente confiable no significa que tenga que seguirse al pie de la letra. Es importante formularse preguntas básicas: averiguar más acerca de la calidad de la información de dichas listas, si las listas se mantienen actualizadas y si la información de la lista se interpreta y cita adecuadamente.

Desarrollo de listas de químicos para fines regulatorios

Las listas ayudan a los reguladores a priorizar las sustancias químicas para investigar y evaluar la actividad endocrina y la posible disrupción endocrina. En la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EE. UU., por ejemplo, los reguladores se basan en dos listas para implementar el ampliamente respetado Programa de Detección de Interruptores Endocrinos (EDSP) de la EPA.

Sin embargo, la EPA ha destacado cuidadosamente algunos puntos clave acerca de estas listas de investigación:

  1. Estas no son “listas de interruptores endocrinos”. De hecho, la EPA no cuenta con una lista de “disruptores endocrinos”. La EPA evalúa las sustancias químicas caso por caso, teniendo en cuenta toda la evidencia toxicológica disponible y considerando los niveles de exposición reales en humanos.
  2. La agencia seleccionó y priorizó las sustancias químicas de estas listas en base a su potencial de exposición, es decir, cómo, o hasta qué punto, nuestros cuerpos pueden entrar en contacto con las sustancias. La EPA comenzó su proceso de investigación enfocándose en las sustancias químicas de “alto volumen de producción”, que son sustancias que se producen o importan a Estados Unidos en cantidades de al menos un millón de libras por año.
  3. La EPA aclara que: la lista “no debe interpretarse como una lista de interruptores endocrinos conocidos o posibles. Ninguna parte del enfoque para generar la lista inicial proporciona un fundamento que dé a entender que, por estar incluidas en esta lista, se presume que las sustancias químicas interfieren con los sistemas endocrinos de los humanos u otras especies, ya que esa interpretación sería incorrecta”.

Casos en que las “listas de sustancias químicas” no se aplican correctamente

No todas las listas de sustancias químicas se desarrollan y explican con el cuidado y la claridad de propósito que tienen las de la EPA.

Las “Listas de sustancias químicas que deben evitarse” pueden ser creadas y publicadas por cualquier persona con una computadora o un bolígrafo y papel, incluso personas que no son científicos ni reguladores. Algunas listas de sustancias químicas que deben evitarse se utilizan en forma inadecuada y están calificadas incorrectamente como ciencia definitiva sobre los disruptores endocrinos (EDC), o como clasificaciones definitivas de los EDC.

Algunas de las preocupaciones que comúnmente se generan con estos tipos de listas de sustancias químicas a evitar incluyen lo siguiente:

  • Uso incoherente de definiciones y criterios en las listas, que pueden causar que las sustancias químicas con actividad endocrina exclusivamente (o sin actividad endocrina en lo absoluto) se “cataloguen” como EDC.
  • Enfoques basados en cuestiones de peligro exclusivamente que no consideran los factores como la potencia y las situaciones de exposición en el mundo real. La luz solar, la soja y el agua pueden ser peligrosos en determinadas condiciones; eso no significa que planteen un riesgo para todas las condiciones. Las denominadas listas “basadas en cuestiones de peligro exclusivamente” no son adecuadas para la toma de decisiones regulatorias.
  • Las listas pueden ostentar una fachada de autoridad que esconde, hasta cierto punto, métodos no científicos a través de los cuales se crearon. En consecuencia, las autoridades que formulan políticas y el público pueden suponer incorrectamente que la lista de cada químico se basa en ciencia sólida y válida y que cada químico tiene la misma potencia y plantea los mismos riesgos, aunque es probable que la situación opuesta sea la correcta.
  • Las listas son problemáticas, no solo por las sustancias que mencionan inadecuadamente, sino por las que no mencionan. Probablemente, algunas personas creen que la ausencia de un químico en la lista demuestra que el químico es seguro, cuando, en realidad, es posible que no se haya evaluado la sustancia en primer lugar. Esto puede causar que se retiren sustancias químicas del mercado cuya seguridad se ha investigado durante años, y que se las reemplace con sustancias para las cuales existe mucha menos información de seguridad disponible.

Para más información, visite EndocrineScience.

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