Tres infografías ayudan a poner en perspectiva las exposiciones químicas
Todo está hecho de sustancias químicas; desde los alimentos que ingerimos y el agua que bebemos, hasta la ropa que vestimos y todos los productos que usamos cada día. Así, las exposiciones a todo tipo de sustancias químicas son sucesos normales y frecuentes. ¿Pero qué significa "exposición química" en la práctica para el ciudadano promedio?
Una "exposición química" puede definirse como la medida tanto de la cantidad de sustancia como de la frecuencia con la cual esta sustancia química entra en contacto con una persona o con el entorno. Por ende, las frases que afirman que un producto o sustancia está "libre de sustancias químicas" o, de modo alternativo, que está "repleto de sustancias químicas" pueden ser engañosas o podrían no indicar información precisa acerca de los efectos potenciales que esas sustancias químicas pueden provocar en el cuerpo de una persona o en un entorno.
Las siguientes infografías científicas pueden ayudar a poner en perspectiva ciertas preguntas habituales sobre las exposiciones químicas:
1. Todo es una sustancia química
El aire que respiramos está compuesto de sustancias químicas, entre ellas nitrógeno, oxígeno y pequeñas cantidades de argón y dióxido de carbono. Por la mañana, nos cepillamos los dientes con dentífrico que contiene sustancias químicas como el fluoruro, para ayudarnos a fortalecer y proteger los dientes, y bicarbonato de sodio, para ayudarnos a eliminar la placa de los dientes. En el desayuno, quizá bebamos jugo de naranja o café, que contienen ingredientes químicos que se producen de forma natural, como la acrilamida, la fructosa y aldehídos. Incluso el agua, el recurso natural más abundante en la Tierra, está compuesta de dos elementos de la tabla periódica: hidrógeno y oxígeno.
Estas imágenes las compiló James Kennedy, un profesor de química australiano.
2. Las sustancias químicas “naturales” u “orgánicas” no son necesariamente más saludables que las sintéticas o hechas por el hombre.
¿Ha oído alguna vez la expresión: "si no puede pronunciarlo, no lo coma"? El gráfico a continuación y el video de AsapSCIENCE demuestran que los alimentos naturales como los plátanos pueden contener sustancias químicas más difíciles de pronunciar que algunos dulces. El video cuestiona una concepción falsa muy habitual según la cual las sustancias químicas sintéticas o artificiales son más tóxicas que las naturales. De hecho, algunas de las sustancias químicas más tóxicas se producen en la naturaleza. Por ejemplo, la toxina botulínica es una proteína neurotóxica que se produce de forma natural cuando ciertas esporas de bacterias se exponen a condiciones con un nivel bajo de oxígeno. Esta toxina puede proliferar en recipientes de alimentos que hayan sido procesados, almacenados o conservados de forma indebida. La exposición incluso a una cantidad pequeña de toxina botulínica en comida contaminada puede provocar botulismo, una enfermedad potencialmente mortal, pero la química cumple un papel en la prevención de la proliferación de esta toxina. El conservante de nitrato de sodio se añade a carnes curadas como fiambres, jamón, salchichas, perros calientes y tocino para ayudar a prevenir el botulismo.
La presencia de una sola sustancia química no es suficiente para crear un riesgo potencial para la salud de una persona.
Cada día, mucha gente bebe café, té o refrescos, bebidas que contienen una pequeña cantidad de cafeína química. A niveles de consumo normales, por ejemplo, cuatro tazas de café cada día (que contengan de 95 a 200 mg de cafeína) o cinco consumiciones de refrescos (que contengan de 165 a 235 mg de cafeína), la cafeína puede causarle un estado de agitación, pero en general no es perjudicial. Sin embargo, si una persona bebiese cerca de 118 tazas de café (casi 30 veces la dosis diaria habitual), estaría ingiriendo una posible dosis letal de cafeína. Pero es probable que la mayoría de las personas no consuman esa cantidad ni por asomo. Otro ejemplo: la infección con la toxina botulínica, una sustancia biológica tóxica, puede provocar botulismo, una enfermedad potencialmente mortal. Pero, en muy pequeñas cantidades, la toxina botulínica puede utilizarse como medicación para tratar espasmos musculares, así como en procedimientos cosméticos. Estos dos ejemplos y los ejemplos en la gráfica siguiente ayudan a demostrar por qué los científicos dicen que "la dosis hace el veneno"; simplemente porque una sustancia química esté presente en un producto no significa que sea dañino en la cantidad que está presente.
Más información
Más de una docena de leyes federales rigen la fabricación y el uso seguros de las sustancias químicas en los Estados Unidos. La Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (EPA) debe evaluar rigurosamente todas las nuevas sustancias químicas antes de la fabricación comercial. La EPA cuenta también con autoridad amplia para solicitar información y pruebas adicionales sobre las sustancias químicas, según se considere necesario. Obtenga más información.